El regionalismo social tiene el potencial de cuestionar
las visiones asimétricas y unidimensionales de la
globalización, al proveer
de alternativas creíbles y fluidas que utilizan como
punto de partida al
conjunto de Estados descentralizados, e incluso
micro-Estados, incluyendo
sus miembros integrantes, como son los actores de la
sociedad civil. Les ofrece
el potencial de buscar más allá de las dimensiones
sociales del comercio,
para pensar las conexiones inherentes entre lo social y
lo económico, y de esta
manera el regionalismo social.
El Consenso de
Washington prometió crecimiento y desarrollo a través de la privatización, el
comercio, la liberalización de las inversiones y una disciplina fiscal y
monetaria ajustada. Y si bien es cierto que podría decirse que el Consenso de
Washington original contenía un componente social que fue posteriormente dejado de lado, éste ha sido definido como la solución neo-liberal,
y de esta manera se ha aplicado indiscriminada y fervientemente, y sin
embargo ha arrojado resultados inaceptables. Debido a esto, Augusto de la
Torre, economista de alto rango del Banco Mundial, y Nancy Birdsall, asociada del
Carnegie En dowment for International Peace, consideran que el Consenso de
Washington de diez puntos debe redefinirse para implementar ciertos
cambios perceptibles en las políticas de importantes instituciones
internacionales. La “protección de los derechos laborales” es una de las propuestas
especialmente diseñadas para América Latina.
Los acuerdos comerciales, en especial los que contienen
mecanismos
de resolución de controversias, han tenido un impacto
importante sobre una
serie de iniciativas de políticas gubernamentales, y sin
embargo el trabajo
continúa siendo un campo sobre el cual las
naciones-Estado buscan mantener
su control interno (o su soberanía). En el terreno del
derecho del comercio,
que es cada vez más invasivo, la efectividad y la
aplicabilidad de los
marcos reguladores laborales son indefectiblemente
cuestionadas; la estructura
cambiante de los mercados laborales pone en peligro
nuevas presiones reguladoras.
Cada vez más se buscan soluciones trasnacionales,
especialmente
por los actores de la sociedad civil que tienden a
percibir que la liberalización
económica de manera general, y la interpretación de
tratados comerciales de
manera más específica, están restringiendo la habilidad
de las naciones-Estados
de ejercer el buscado control sobre los derechos laborales.
El hecho de que las presiones reguladoras estén
frecuentemente acompañadas por un marcado cambio ideológico para alejarse de la
acción estatal y acercarse a las formas de gobierno que son presumiblemente más
“eficientes”, genera presiones adicionales para re-regularizar, siendo dichas
presiones de por sí altamente cuestionables, sabemos que el CARICOM está conformado por economías
pequeñas muchos los cuales lo conforman quisieran ser parte del ALCA los
informes de los cuerpos que toman decisiones
en materia comercial pueden tener un impacto devastador
no sólo en ciertas industrias específicas sino también en las
políticas industriales y de empleo de economías enteras.
file:///C:/Users/Lore/Desktop/art2.pdf
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