El Tratado que dio origen a la Comunidad del Caribe y al Mercado Común Caribeño (CARICOM), no incorporó los temas de seguridad y defensa entre los aspectos identificados como medulares para la integración subregional. Es en el contexto de la denominada posguerra fría que se sientan las bases para la construcción de la seguridad como un ámbito de concertación dentro de la integración. Este proceso tuvo un importante referente en las políticas articuladas en torno a los fenómenos del crimen trasnacional organizado en el área. En ello incidió no sólo la creciente repercusión de los mismos y la necesidad de enfoques regionales en su abordaje; sino también, y como una variable clave con relación a la naturaleza y alcance de las políticas articuladas, el papel que los enfoques estadounidenses respecto al abordaje del tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas venía jugando en el fortalecimiento de su sistema de dominación en el área.
El crimen transnacional organizado, catalogado por un autor como “la amenaza
irregular más importante” (Benítez Manaut, 2009:1) en el Caribe, es uno de los
principales intereses de seguridad de CARICOM. Lo anterior es especialmente válido con relación al “problema de las drogas”17 y el tráfico ilegal de armas asociado al mismo. El impacto de estos en las sociedades caribeñas tiene múltiples expresiones en los altos índices de corrupción, criminalidad y violencia existentes. Estudios recientes han indicado que las principales zonas turísticas del Caribe han continuado representando una parte importante del consumo de drogas en el área. En términos de trasbordo, se ha reiterado que el Caribe (junto a América Central), continúa y previsiblemente continuará figurando entre las zonas más importantes de reexpedición de remesas de drogas provenientes de América del Sur con destino a América del Norte y Europa(JIFE, 2009).
(UNODC and World Bank, 2007). La relación entre el problema de las drogas, la disponibilidad de armas y las altas tasas de criminalidad y violencia constatadas en la subregión, se corroboraen el hecho de que los países con mayores y crecientes índices de robo, homicidio y otros delitos serios, son los mismos que durante las últimas décadas han constituido importantes centros de la
actividad para el tráfico ilegal de drogas, entre los que figuran Las Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Haití y Guyana (Griffith, 2009).
Reportes por Estados Unidos, indican un alto nivel de trata de personas en el área, Los altos niveles de criminalidad y violencia constatados en el área, tienen entre sus condicionantes el contexto socioeconómico. Se ha apuntado que aún en coyunturas de crecimiento económico, ello no se ha traducido en bajos niveles de pobreza, los que en términos generales son considerados altos (Caribbean Development Bank, 2010; Lewis, 2009).
Se plantea también que han persistido e incluso ampliado en algunos casos, los niveles de desigualdad en el ingreso (Caribbean Development Bank, 2010). Los efectos de la crisis económica financiera internacional han acentuado aún más estos problemas, siendo estas economías entre las más afectadas en el hemisferio americano. Varias Encuestas sobre Pobreza en el área sugieren que entre las estrategias de supervivencia figura precisamente el involucramiento en el comercio ilegal de estupefacientes y sustancias psicotrópicas (Lewis, 2009).
En este contexto se insertan el Plan de Cooperación en Seguridad Reino Unido/CARICOM, la ayuda del gobierno canadiense en los marcos del Programa de Construcción de Capacidades Anti-crimen (ACCBP por sus siglas en inglés), y los Fondos Europeos de Desarrollo (EDF). Estos han dirigido una parte importante de su atención al reforzamiento de los mecanismos fronterizos y de intercambio de inteligencia, y también a la nueva arquitectura de seguridad construida en el marco de CARICOM.
La decisión de crear el Grupo de Trabajo sobre Crimen y Seguridad (denominado de ahora en adelante, Grupo de Trabajo sobre Crimen) en la XXII Reunión de la Conferencia de Jefes de Estado y de Gobierno de CARICOM (julio 2001), constituyó un referente en el proceso de construcción del ámbito de seguridad en torno al crimen trasnacional organizado como un espacio de concertación subregional. La participación de representantes de cada uno de los Estados miembros, así como de otros actores de importancia en el área como los Secretarios Generales de CARICOM y de la OECO respectivamente, y del Sistema de Seguridad Regional del Caribe Oriental (CARICOM, 2002), denotó la amplia voluntad política existente en torno a dicho proceso.
La decisión de crear el Grupo de Trabajo sobre Crimen tuvo entre sus principales
objetivos la recomendación de enfoques y políticas respecto a los altos niveles de
criminalidad y violencia constatados en la subregión, “a partir de sus propias
prioridades” (CARICOM, 2002: iii). Hacia esta dirección pretendían apuntar: la
asunción, cómo principio, del carácter multidimensional de la seguridad; la
conceptualización de una Plataforma Estratégica Regional contra el Crimen y para la Seguridad que cumpliera funciones de interlocución por parte de CARICOM en los distintas instancias (hemisférica, internacional); y la jerarquización implícita dada a las amenazas a la seguridad subregional, la que mencionaba en primer lugar las drogas y en último al terrorismo (CARICOM, 2002).
El reporte producido por el Grupo de Trabajo sobre Crimen, reiteraba los principales criterios que había venido enfatizando CARICOM en las distintas plataformas hemisféricas e internacionales con relación a esta cuestión.
Entre ellos: la crítica a la parcialización de las políticas anti-drogas predominantes, enfocadas en la reducción de la oferta en detrimento de la demanda; los vínculos existentes entre este fenómeno y otro de particular importancia desde su perspectiva: el tráfico ilegal de armas; la incidencia de estos flagelos a lo interno de las sociedades caribeñas; la necesidad de abordar las condicionantes socio-económicas que subyacían en la reproducción de estos fenómenos y su comprensión no meramente como asuntos policiales y de aplicación de la ley (CARICOM, 2002). En la práctica, sin embargo, las políticas de seguridad subregional construidas en el período 2001-2011, han reforzado esta última dimensión
http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/clacso/index/assoc/D5782.dir/cabreraagudo.pdf
objetivos la recomendación de enfoques y políticas respecto a los altos niveles de
criminalidad y violencia constatados en la subregión, “a partir de sus propias
prioridades” (CARICOM, 2002: iii). Hacia esta dirección pretendían apuntar: la
asunción, cómo principio, del carácter multidimensional de la seguridad; la
conceptualización de una Plataforma Estratégica Regional contra el Crimen y para la Seguridad que cumpliera funciones de interlocución por parte de CARICOM en los distintas instancias (hemisférica, internacional); y la jerarquización implícita dada a las amenazas a la seguridad subregional, la que mencionaba en primer lugar las drogas y en último al terrorismo (CARICOM, 2002).
El reporte producido por el Grupo de Trabajo sobre Crimen, reiteraba los principales criterios que había venido enfatizando CARICOM en las distintas plataformas hemisféricas e internacionales con relación a esta cuestión.
Entre ellos: la crítica a la parcialización de las políticas anti-drogas predominantes, enfocadas en la reducción de la oferta en detrimento de la demanda; los vínculos existentes entre este fenómeno y otro de particular importancia desde su perspectiva: el tráfico ilegal de armas; la incidencia de estos flagelos a lo interno de las sociedades caribeñas; la necesidad de abordar las condicionantes socio-económicas que subyacían en la reproducción de estos fenómenos y su comprensión no meramente como asuntos policiales y de aplicación de la ley (CARICOM, 2002). En la práctica, sin embargo, las políticas de seguridad subregional construidas en el período 2001-2011, han reforzado esta última dimensión
http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/clacso/index/assoc/D5782.dir/cabreraagudo.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario